El transporte marítimo está sufriendo toda una serie de disrupciones que, desde la aparición de la pandemia del Covid-19 generan grandes cuellos de botella en los puertos. Una congestión portuaria que deriva en retrasos en la llegada de la mercancía y sobrecostes, impactando a toda la cadena de suministro.
Según un estudio de Flexport, en las rutas entre Europa y Asia se han prácticamente duplicado los tiempos debido a la congestión portuaria. Si antes de la pandemia, un contenedor tardaba en llegar entre 55 y 60 días, en enero de 2022 la media ha subido a 108 días. Esto supone que un 11% de la capacidad de los contenedores es susceptible de sufrir retrasos en la entrega, frente al 2% de antes de la pandemia. Y no parece que la situación vaya a verse aliviada a corto plazo.
Consecuencias para la economía global
Incluso los grandes bancos centrales están empezando a tomar conciencia de las graves consecuencias económicas de una cadena de suministro tensionada durante tantos meses. Su implicación en fenómenos como la inflación ya ha llevado a algunas voces a abogar por el intervencionismo de los estados.
Y es que la dificultad del movimiento de las mercancías está lastrando el crecimiento económico, disparando los costes de los servicios logísticos y repercutiendo finalmente en los precios de los productos finales.
La situación, en vez de ir mejorando, parece empeorar, como demuestran los casos del Reino Unido, donde además la escasez de personal para distribuir las mercancías se está traduciendo en desabastecimientos puntuales.
Cuellos de botella en los puertos
Por su parte, los puertos llevan meses llevándose gran parte del impacto de las diferentes interferencias en la cadena de suministro. Un caso paradigmático ha sido el de los puertos de Los Angeles y Long Beach, desbordados por los contenedores vacíos sin recoger. Al no quedar suficiente espacio para descargar, se producen largas esperas de los buques para entrar al puerto y se forma un peligroso ciclo vicioso.
Ambos puertos han coordinado medidas, como la ampliación de sus horarios operativos o conseguir cambios en la regulación para poder almacenar contenedores en zonas residenciales adyacentes al puerto. Sin embargo, su efecto ha sido limitado, habiendo solo funcionado la amenaza de implantar tasas por demora en los contenedores vacíos abandonados.
Así, los contenedores de importación que permanecen más tiempo del debido en el puerto de Los Ángeles han descendido un 53% desde el 24 de octubre. Sin embargo, continúa habiendo demasiados contenedores vacíos en las terminales y es por eso que la medida se va a aplicar finalmente a partir del 30 de enero. La tasa consiste en cobrar a los transportistas un recargo por los contenedores vacíos que se almacenan durante nueve días o más.
Sin embargo, varios expertos coinciden en que toda medida que tomen los puertos será insuficiente mientras no haya una normalización de la demanda. Precisamente por esto, las previsiones siguen siendo negativas, al menos para la primera parte de 2022. La situación pandémica se estima que continuará impulsando la demanda de productos, haciendo que las tasas del transporte marítimo continúen incrementándose a corto y medio plazo.
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