Los puertos constituyen uno de los puntos logísticos más importantes de los países costeros. No somos conscientes de la cantidad de mercancías que se mueven por vía marítima, pero según la Organización Mundial de Comercio, el 80% se hace por este medio, por lo que nos podemos hacer una idea de la importancia que tienen los puertos en este proceso.
Habitualmente se distingue entre puertos de altura y de cabotaje. Los primeros son los que se encargan del tráfico internacional, mientras que los de cabotaje se ocupan de movimientos entre puertos nacionales.
Existen más de 6.000 puertos en el mundo, pero solo unos centenares concentran el tráfico marítimo mundial. La actividad diaria de estos puertos es frenética. ¿Cómo funcionan y se organizan internamente para que todo funcione a la perfección? Vamos a intentar hacer un resumen en este artículo.
Puertos y terminales portuarias
No debemos confundir los puertos con las terminales que lo componen. Para que nos entendamos, el puerto es el espacio, natural o artificial, de aguas tranquilas y resguardadas, destinado a acoger a embarcaciones que transportan mercancías y personas. Las terminales son las instalaciones que, dentro del puerto, facilitan el tránsito de estas mercancías y personas del barco a otros medios de transporte –y viceversa–.
Dentro de la terminal hay diferentes tipos de infraestructuras; las marítimas son las que permiten el atraque y amarre de los barcos (bolardos, defensas, sistemas de asistencia al atraque, ganchos de escape…). Las infraestructuras terrestres permiten la carga y descarga de mercancías o personas (con el uso de grúas, pasarelas, fingers…) y su almacenamiento.
Además, las terminales cuentan con sistemas de transporte interior que conectan las mercancías con los métodos de transporte exteriores (bien sea por carretera o por ferrocarril).
La seguridad en el puerto
Muchos puertos se encargan de la carga y descarga de sustancias inflamables, gases a presión, carburantes, productos tóxicos… Es decir, lo que se conoce como mercancías peligrosas; esto obliga a los puertos a adoptar y desarrollar medidas de protección para minimizar los riesgos de seguridad tanto para personas como para instalaciones, en todas las tareas de carga, descarga y manipulación de estas mercancías. Además, existen otras medidas contra actos terroristas y catástrofes ecológicas que los puertos deben cumplir.
Los puertos deben observar no solo las normas de seguridad locales, sino también las internacionales, especialmente en los casos de barcos que recalan en varios países. Por ejemplo, desde 2004 todos los puertos deben cumplir con el Código de Protección a los Buques e Instalaciones portuarias (también conocido como Código ISPS) para certificar que cuenta con medidas de seguridad y antiterroristas. Incluso es necesario plegarse a leyes de otros países para poder comerciar con ellos: el Secretario de Transporte de Estados Unidos tiene la facultad de inspeccionar puertos extranjeros y determinar si son seguros o no; en caso negativo, ningún barco que toque esos puertos puede entrar en aguas estadounidenses.
Los puertos de mayor actividad constituyen casi pequeñas ciudades en las que todo debe estar coordinado para que funcione a la perfección. De esta manera, todas las materias primas y mercancías para el consumo llegan hasta nosotros a diario casi desde cualquier rincón del mundo.
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