La regla OMI 2020 para reducir las emisiones de los barcos ya está en marcha. Y con ella, surgen los retos para garantizar su cumplimiento. Cuando las inspecciones de los barcos no sirven o son insuficientes, un aliado volador está llamado a vigilar que las navieras se tomen el medio ambiente en serio.
Hablamos de los drones, que en el sector marítimo ya se estaban usando, por ejemplo para atajar la piratería. Ahora, los principales puertos del mundo han comenzado a usar drones rastreadores para patrullar sus instalaciones en busca de infractores de esta nueva norma medioambiental.
El problema de las infracciones
El pasado enero de 2020 entró en vigor la norma de la OMI que obliga a los barcos a reducir las emisiones de azufre. Las consecuencias de la aplicación de esta medida son costosas para las navieras, ya que se ven obligadas a usar combustibles más caros. Por eso, se sospecha que algunas puedan hacer trampa, reduciendo costes aún a riesgo de que les pillen.
Un riesgo que no sería muy alto sin la ayuda de los drones. Ahora, los funcionarios podrán utilizar estos drones para filtrar las decenas de miles de embarcaciones que entran y salen de sus puertos y detectar si un barco está consumiendo combustible no reglamentario.
Es importante señalar que los drones apuntan en qué dirección mirar, pero requieren de una inspección física para corroborar la infracción. Además, son las autoridades las que deben después tomar muestras del combustible si estas se quieren usar en un juicio como evidencia física. No obstante, los drones facilitan increíblemente la vigilancia de la regulación y hacen los registros mucho más eficientes que si fueran rutinarios.
El año pasado, la autoridad marítima de Noruega descubrió al menos cinco violaciones de las regulaciones sobre el azufre y comenzó a utilizar drones. En Singapur, el puerto de repostaje más grande del mundo, los infractores de las normas se arriesgan a penas de prisión de hasta dos años. Como vemos, la lucha contra los infractores medioambientales no es poca cosa y la nueva regulación apenas está dando sus primeros pasos.
Róterdam y el superdron
En los Países Bajos, donde el límite de azufre del combustible marino ya está fijado en 0,1%, se quiere apostar por estos aviones no tripulados. La autoridad local del país defiende que los drones son rentables y harán que la aplicación de la ley sea mucho más eficiente, según palabras de Marco Buitelaar, director del programa de buques limpios de la ILT (Inspectie Leefomgeving en Transport).
En Róterdam, el puerto más grande de Europa, se busca ir más allá y están haciendo preparativos para utilizar un gran vehículo volador no tripulado capaz de moverse a más de 16 km de la costa para detectar las emisiones de los barcos. Lo llaman «super dron» y será capaz de analizar las emisiones de los barcos que están más lejos, en el mar.
Es de prever que pronto más países se animen y, una vez demostrada su eficiencia, podemos prepararnos para ver patrullas de drones vigilando los entornos de los puertos más concurridos del mundo.
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