El Coronavirus no deja de acumular titulares. Es un asunto preocupante ante todo como riesgo a la salud pública qué es. Sin embargo, se habla menos de sus preocupantes repercusiones económicas. Concretamente, el transporte marítimo está teniendo una entrada de año dramáticamente marcada por la irrupción del virus COVID-19.
El gigante chino y el efecto dominó
El coronavirus COVID-19 apareció en la ciudad china de Wuhan. La coincidencia de su irrupción con el Año Nuevo Chino, momento en que la actividad industrial se paraliza, llevó al gobierno a extender estas festividades para evitar que se propagase en los centros de trabajo. Cierres de fábricas e incluso astilleros, así como restricciones de viaje han provocado una desaceleración económica en el gigante asiático de consecuencias aún por asimilar.
En este contexto, el transporte marítimo mundial está acusando la situación con tasas de tránsito mucho más bajas de lo esperado, tanto en petroleros como en líneas navieras. China es, hoy más que nunca, un gigante comercial, por lo que todo lo que le afecte, termina impactando la economía global, especialmente en el mercado de los bienes intermedios.
Recesión en las commodities y barcos parados
Brokers y analistas afirman con preocupación que la caída de la demanda de transporte de bienes dentro y fuera de China dejará su huella en la industria del transporte marítimo durante los próximos meses. Como muestra un botón: el índice Capesize, que refleja los costos de flete de los transportistas de commodities de granel, cayó en negativo por primera vez desde 1999, lo que significa que las navieras están teniendo pérdidas en algunas rutas y otras se están suspendiendo.
Por otro lado, la crisis en China ha llevado a cerrar astilleros. Esto, que de por sí significa pérdidas para armadores al tener sus barcos parados es especialmente dramático en un momento de adecuación al mandato OMI 2020, por el cual las naves deben adaptarse para generar menos emisiones.
Aún hay más barcos inutilizados, ya que hay tripulaciones que, debido a la cuarentena, se han quedado atrapadas a bordo, bien en los astilleros chinos o en puertos como el de Singapur.
La actividad en puertos como el de Wuhan también se ha visto perturbada. Los principales puertos chinos están funcionando a entre un 20-50% de capacidad inferior a lo normal y las instalaciones de almacenamiento de varios puertos se vieron desbordadas.
Incertidumbre para el sector marítimo
Aunque China hizo un gran esfuerzo por frenar la epidemia y la situación allí se va estabilizando, el coronavirus se ha convertido en un fenómeno global que afecta negativamente tanto a la economía como al transporte. El transporte marítimo por tanto, se verá doblemente impactado y tendrá que afrontar el reto de un comienzo de año muy crudo en cifras.
La perspectiva de conseguir una vacuna o un control de la epidemia a nivel mundial podrían llevar a una normalización y a que el sector marítimo se recupere. No obstante, aún sin ser capaces de apreciar en su totalidad los efectos del parón chino y la trayectoria que el virus tendrá en el resto del mundo, hay que ser cautos.
Comments are closed.